mordió ayer nuestras almas, intentando
abatir de la dicha nuestros vuelos
de forma que el querer fuera acabando.
Pero esa solidez de nuestro amor,
la inmarcesible fuerza de la sangre,
sajaron de nosotros el temor,
y desataron, de pasión, el hambre.
¡Benditos esos celos y esas dudas!
¡Benditos nuestros fuertes corazones!
Y sean también benditas las razones
que unieron nuestras dos almas desnudas.
También bendigo yo las sinrazones
que a la dicha actual han conducido,
porque no siéndolo, al final, han sido
motivo para nuevas ilusiones.
Olvida ya, mi amor, tiempos pasados,
tiempos de sinsabores y quebrantos.
Piensa sólo en amar, deja los llantos,
disfrutemos los dos, embelesados.
Félix Gala.
(Del poemario "Veinte poemas de amor y una canción esperanzada)