esa lluvia que empapa tierra y alma,
que hace brotar las hierbas en los campos
e inunda de nostalgia el corazón.
Por fin está lloviendo
sobre el seco barbecho de mi entraña,
haciendo que renazcan, las flores agostadas
por esa gran sequía de tu amor.
Rebosan de los cielos los azumbres,
mi ser se está empapando del sanador fluïdo,
y siento que la sangre, nuevamente,
circula por mis venas.
Un suave vientecillo,
con fuerte olor a ozono, limpia el aire
que pudre los rincones de mi espíritu;
y un halo de azucenas y albahaca,
inunda mis sentidos atrofiados
haciendo que rebrote la pasión.
Gracias te doy, bendita y dulce lluvia,
por avivar de nuevo mis esporas...